Cibnor: excelencia científica en el noroeste de México
Por Susana Paz
La Paz, Baja California Sur. 26 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Los cardones dominan el paisaje. Del cielo y el mar se desprenden los azules más intensos. En el predio llamado El Comitán, al norte de la ciudad de La Paz y con 214 hectáreas de superficie de terreno natural, se inició en 1975 la construcción del Centro de Investigaciones Biológicas del Noreste (CIBNOR).
Sus instalaciones miran al golfo de California, también llamado Mar de Cortés, que el oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau nombrara como “el acuario del mundo” debido a su enorme diversidad marina, y que es uno de los escenarios en que el Cibnor trabaja desde hace 40 años.
Para Arturo Muhlia Melo, investigador titular C del programa de Ecología Pesquera, quien lleva 30 años de trayectoria en el centro, el Cibnor es un ejemplo de institución que ha crecido no solo en infraestructura, sino en la diversidad de temas de investigación que aborda –reunidos en sus cuatro programas académicos– que le dan una gran fortaleza en términos de producción científica.
“Las aportaciones del Cibnor son muchas e invaluables, el personal cada día se capacita más, generando nuevo conocimiento, preparando estudiantes, creciendo mucho, nos llega gente de todos lados; el centro es ya internacional y actualmente tiene un gran impacto. Lo he visto casi 30 años, me ha tocado verlo evolucionar hasta ahora, que ya es una institución muy reconocida”, expresó el doctor Muhlia Melo.
Por su parte, para Daniel Bernardo Lluch Cota, director general del Cibnor, se trata de un centro de alto rendimiento que tiene índices adecuados en materia de generación de conocimiento y que presenta enormes complejidades y retos importantes. A casi un año de asumir su cargo, afirmó que uno de los grandes desafíos es lograr incidir y colaborar de manera más amplia en la transferencia del conocimiento hacia los sectores productivos, sin descuidar la generación de conocimiento y ciencia básica, “que es el origen de todo”.
El Cibnor, que forma parte del Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), es en la actualidad una institución consolidada con gran reconocimiento nacional e internacional, ubicada entre los mejores centros del país en el área de las ciencias biológicas y en el uso, manejo y preservación de los recursos naturales.
El calor asciende y las maravillas del lugar aparecen en la mirada y en la voz de los científicos. Aquí, la investigación y producción de ciencia básica ha llegado a niveles muy altos, pero también la conjugación entre conocimiento y transferencia tecnológica se hace presente para responder a la problemática y necesidades regionales. El Cibnor se repone todavía de los estragos que el huracán Odile dejó en 2014 en sus instalaciones, y muestra lo mejor de la ciencia y la tecnología que se hace en el noroeste de México.
Orígenes y regiones
Según el director general, el Cibnor es uno de los centros con mas antigüedad, que se ubicó en un Estado también recién formado porque tiene casi la misma edad que Baja California Sur (que es, junto con Quintana Roo, la entidad federativa más joven del país, nombrada estado libre y soberano en 1974).
“Originalmente era el Centro de Investigaciones Biológicas de la Paz, con un puñado de becarios y posteriormente amplió su cobertura para ser el Centro de Investigaciones Biológicas de Baja California Sur, que un tiempo después se convirtió en Cibnor”, explicó Lluch Cota.
Las instalaciones principales del centro se encuentran aproximadamente a 17 kilómetros al norte de la ciudad de La Paz, y constan de un terreno de 214 hectáreas con un frente de playa de alrededor de 300 metros. La infraestructura física en obra pública del campus es de alrededor de 31 mil 522 metros cuadrados y dos kilómetros de carretera de acceso, que está rodeada por imponentes cardones.
El Cibnor cuenta con cuatro unidades regionales. La unidad Guerrero Negro, que está localizada a media península, dedicada principalmente al estudio de la agricultura en zonas áridas; otra unidad en Hermosillo, Sonora, enfocada a la sanidad acuícola, a las enfermedades particularmente de camarón y peces. Una unidad en Guaymas, Sonora, donde realizan actividades de acuicultura, ecología pesquera y de planeación ambiental, y recientemente una unidad en Nayarit especializada en áreas de aclimatación, conservación, reproducción y crianza de organismos acuáticos, y en donde están produciendo alevines de tilapia mejorada genéticamente. “Si bien es imposible cubrir toda la región noroeste, con todos los problemas que tiene, intentamos, sobre todo en las unidades foráneas, abordar aspectos muy precisos en los que el centro pueda aportar de manera efectiva. No se trata de llegar a competir con las instituciones que ya están establecidas, sino de encontrar ventanas de oportunidad que nos permitan que la presencia del centro de traduzca de manera concreta en atender cierto sector o problema que no era atendido. Es el caso de la tilapia en Nayarit, donde no había en esa región una capacidad de producción de crías de tilapia y menos mejoradas genéticamente, y el Cibnor ha llegado a atender eso”, detalló Lluch Cota.
Programas de investigación
El centro atiende alrededor de 180 proyectos de investigación al año y se distingue por estar organizado de manera distinta al resto de instituciones y universidades que hay en el país, pues las disciplinas se agrupan por programas académicos.
“Nosotros no estamos organizados por disciplinas científicas, no van a encontrar en el centro un departamento de biología o ecología, estamos organizados en tres programas académicos que tienen que ver con actividades primarias que son fundamentales para esta región: programa de Ecología Pesquera; la Agricultura en Zonas Áridas, y la Acuicultura, que es una opción muy importante de desarrollo; y un cuarto programa que enmarca en general el quehacer del centro, de Planeación Ambiental y Conservación, para que este desarrollo en el que pretendemos incidir se dé justamente en un marco de sustentabilidad”, afirmó el director general.
Mediante los estudios, tecnologías y sistemas de producción que se desarrollan en el Programa de Agricultura en Zonas Áridas se pretende optimizar la superficie agrícola, desarrollar métodos de protección de cultivos y productos, incrementar los rendimientos y mejorar el uso del agua y suelo, en la búsqueda de una agricultura sostenible.
De acuerdo al coordinador de dicho programa académico, Ramón Jaime Holguín Peña, el sector se enfoca básicamente a la investigación y generación de conocimiento en relación a los recursos de la agricultura en zonas áridas y todo lo que tiene que ver con nuevas tecnologías, transferencia, nuevos insumos y productos biológicos. Cuenta con cinco líneas de investigación en las áreas de agrobiología, biotecnología, agricultura orgánica, fitosanidad e inocuidad alimentaria y el recurso agua. En el programa trabajan 16 investigadores.“Muchos proyectos van encaminados a resolver o participar en la solución de problemas tanto regionales como nacionales en los temas de las cinco líneas estratégicas que tenemos. Algunos se dirigen a la ciencia básica, es decir, la generación de conocimiento, pero siempre visualizados con una pertinencia social, una aplicación posible”, explicó el coordinador.
En el caso del Programa de Acuicultura, se trata de uno de los más grandes y con mayor trayectoria en América Latina, y se encuentra a la vanguardia de investigación sobre especies con alto valor. Se enfoca principalmente a la investigación para el desarrollo y mejoramiento de tecnología para el cultivo de organismos acuáticos para impulsar la producción de especies con alto valor nutritivo, económico o ecológico. La acuicultura se ha convertido en una de las actividades de producción de alimentos más importante a nivel mundial.
Por su parte el Programa de Ecología Pesquera está enfocado a la investigación básica y aplicada para contribuir al desarrollo pesquero nacional sobre una base de sustentabilidad y generación de riqueza, identificación de reservas comprobadas de recursos capaces de aumentar la captura nacional y la conservación de la biodiversidad marina con el menor efecto en los ecosistemas marinos mexicanos.
Un tema de estudio de mucha relevancia si se considera que gran parte de la producción pesquera del país proviene del golfo de California, considerado como una de las regiones más productivas del océano mundial. Esta zona del Pacífico mexicano es la región más importante en la producción pesquera nacional: aportó entre el 59 y 63 por ciento del volumen total entre 1998 y el 2000, según cifras del Cibnor.
El Programa de Planeación Ambiental y Conservación, coordinado por el investigador titular E, Alfredo Ortega Rubio, está conformado por 41 investigadores y 25 técnicos. Cubre tres grandes rubros y siete líneas estratégicas, una de ellas es propiamente la de conservación, es decir, todos aquellos científicos que se dedican al estudio de especies en peligro de extinción, endémicas o que están en las normas oficiales mexicanas en protección. “Hay investigadores que se dedican al estudio de hábitats críticos, aquellos que trabajan en las reservas de la biosfera y áreas naturales protegidas. Otro gran rubro es el de servicios ecosistémicos, el cómo estos ecosistemas proveen de recursos a los habitantes de la región, recarga de acuíferos, etcétera. Y otra línea enfocada a las cuestiones de sustentabilidad y biomedicina, con aspectos de la salud humana y el diseño de elementos amigables con el ambiente. Además de todo un grupo que trabaja en la generación de confort”, explicó el coordinador.
De esta manera, para el doctor Ortega Rubio es como una matriz con los programas que promueven las actividades productivas: pesca, acuicultura, agricultura. “Y nuestro papel y aportación como programa es procurar que estas actividades se realicen de manera racional y sustentable; ese es nuestro principal propósito, fomentar las actividades productivas pero compatibilizándolas con la conservación de los recursos naturales”, dijo.
Así, agregó que el objetivo como programa “es ser un punto de equilibrio; hay muchas necesidades en nuestro país, pero también hay sectores que en el afán de lucro colocan el dinero por encima de cualquier cosa; entonces, al mismo tiempo que promueves el desarrollo, también tienes que poner un punto medio. Nuestro papel ha sido ser el fiel de la balanza: sí a la productividad pero compatible con la conservación”.
Aportaciones y vínculo social
En los pasillos, laboratorios, biblioteca, cubículos, cafetería, estanquerías experimentales, oficinas, auditorio y salas de usos múltiples, alrededor de 120 investigadores y otro tanto de técnicos académicos, apoyados por el orden de unas 100 personas del área administrativa y ayuda para las actividades que realiza la institución, laboran diariamente. Cibnor es un centro de alto rendimiento, que tiene índices “adecuados” en materia de generación de conocimiento.
“El centro genera poco más de un artículo por cada uno de sus investigadores al año en revistas de circulación internacional, en lo que le llaman revistas indizadas, lo cual, si hiciéramos el acumulado, nos daría miles de artículos que se han producido a la fecha”, comentó el director general, Daniel Lluch Cota.
A su juicio, el centro ha tenido una contribución importante en materia de formación de recursos humanos a nivel de posgrado. Si bien hay instituciones que los acompañan en ese esfuerzo, Cibnor es quizá la institución más importante en términos de formación de profesionales en las áreas de su especialidad. No obstante, además de su actividad académica, desde hace varios años ha tratado de vincularse con la sociedad en su conjunto.
“El vínculo e impacto social es una preocupación que siempre ha existido en el centro. Siempre se ha estado viendo de alguna manera hacia afuera, hacia la problemática del entorno. Lo que cambió de unos años para acá es que el Conacyt, por una parte, empezó a tener mucho más claridad en su política de ayudas (...) orientadas a estos componentes de vinculación, y el centro aprovechó estas políticas y siguió estas directrices desde muy pronto”, expuso.
De esta forma, en el Cibnor hay actualmente grupos especializados que ayudan en esa área. Por ejemplo, si un investigador tiene una idea que puede ser potencialmente útil, hay quien puede hacer un estudio de mercado, tramitarle una patente, generar un licenciamiento o establecer vínculos con empresas o grupos que puedan aplicarlo.
Además está el interés en la difusión, que antes se hacía generando algún libro y que ahora ha avanzado con la presencia del centro en televisión, radio e internet, así como una intensa actividad de divulgación científica en el marco del Programa de Acercamiento de la Ciencia a la Educación (PACE), con el que realizan actividades de divulgación mediante diversas estrategias, desde preescolar hasta preparatoria, con el objetivo de llegar a todos los rincones de la entidad.
“Cibnor ha tenido también aportaciones importantes, entre ellas está la creación de las principales reservas de la biosfera en el estado. La reserva de la biosfera del Vizcaíno y la reserva de la biosfera de la Sierra de la Laguna son dos áreas que surgieron gracias a los estudios del centro, donde se elaboraron los planes de manejo de esas reservas y se sigue trabajando mucho en áreas naturales protegidas”, comentó.
Otra aportación del centro ha sido el decreto que reserva las especies de pesca deportiva en las primeras millas del mar territorial, en donde realizaron el estudio técnico que ha servido para que especies como el marlín y el dorado, estén protegidas.
“La camaronicultura como actividad ha recibido mucha ayuda por parte de las investigaciones del centro. Hay un grupo muy importante de investigadores y mucho trabajo realizado en torno a ello, los colegas han logrado crecimientos que antes no pensábamos y han sido en ese sentido, junto con otras instituciones, principal sostén de la actividad acuícola del país”, explicó.
En esta área, en la administración pasada Cibnor elaboró un proyecto sectorial de pesca y acuicultura llamado Plan Rector de Pesca y Acuacultura, que coordinó el centro a nivel nacional.
Por otra parte, “en agricultura el centro viene trabajando con comunidades verdaderamente aisladas, sobre todo en la península; ha llevado modelos de agricultura protegida en invernaderos con uso eficiente del agua, que están mostrando ser capaces de cambiar el rostro del agro sudcaliforniano”, agregó.
Academia
En 2014 se graduó el estudiante número 500 del centro. A la fecha, más de 520 alumnos han salido de sus aulas. Actualmente hay una matrícula de 150 estudiantes activos, 80 de maestría y 70 de doctorado.
“Nuestro posgrado empezó siendo un posgrado nada mas de doctorado. El Cibnor tiene una infraestructura muy importante a nivel regional, de manera que siempre ha sido demandado por muchachos que vienen a hacer desde sus tesis de licenciatura hasta de doctorado, y durante muchos años el centro no tenía un programa propio, lo que hacía era recibir estudiantes de diferentes instituciones. Hasta que el centro llegó a la conclusión de que valía la pena establecer una oferta de posgrado propia”, explicó Lluch Cota.
Iniciaron por establecer un posgrado con el Doctorado en Ciencias en Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales, y al paso de los años abrieron una maestría. Hace unos tres años participaron en un esfuerzo interinstitucional con el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y con la Universidad Marista de Mérida, en un posgrado muy selecto de Bioeconomía Pesquera y Acuícola, del que aún no se tiene el primer egresado pero está en segundo año de operaciones.
“Como retos hacia el futuro estamos empezando a vislumbrar cómo va a ser la educación a distancia por parte del centro; tenemos el reto de poder tener nuestros cursos en plataformas electrónicas que le permitan a alguien tomarlos en línea y venir solamente a presentar su examen o validarlo. Otro reto es abrir la cobertura; hay mucha demanda por parte de las empresas o de los sectores productivos en general, ya no de posgrados en investigación, como es el nuestro, sino en maestrías, diplomados, capacitaciones, y todo esto queremos desarrollarlo en plataformas que sean ya no solamente presenciales, para aprovechar los medios que ahora permiten ampliar la cobertura”, expresó el director.
Los dos posgrados que ofrece, tanto la maestría y el doctorado en ciencias, están a nivel de competencia internacional, que es el nivel más alto dentro del padrón del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Conacyt.
“Desde luego hay que seguirlos mejorando. Nuestro posgrado en Bioeconomía Pesquera es de reciente creación, habrá que también llevarlo a competencia internacional. Acabamos de tener nuestra sesión de órgano de gobierno y la invitación de algunos de nuestros consejeros es que el centro pudiera tratar de ampliar el número de estudiantes que atiende. Vamos a evaluar esa posibilidad”, afirmó.
Retos y desafíos
A punto de cumplir un año como director general del centro, Daniel Lluch Cota manifestó que el reto personal más importante es tratar de combinar la investigación científica –que es una actividad de tiempo completo– con la parte administrativa. Con un doctorado en Ciencias en Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales por el Cibnor, Lluch Cota tiene una amplia trayectoria en el ámbito administrativo en el centro: fue coordinador de programa, director de gestión institucional y ahora director general.
“Llevo unos 15 años tratando de combinar las dos cosas. A pesar de esa experiencia, lo que puedo decir es que me encuentro a un año, con sentimientos encontrados, primero con una responsabilidad mucho más complicada, mucho más grande de lo que alcanzaba a vislumbrar, pues ‘no se ven igual los toros desde la barrera’. Cibnor es un centro muy grande, complejo, que tiene retos importantes; por el otro lado, estoy profundamente complacido con los resultados que ha mostrado en el pasado y que sigue mostrando”, expresó.
Su gestión fue “recibida” con un huracán el año pasado, Odile, que los colocó en una situación complicada de la que se han ido recuperando paulatinamente y que les ha demandado mucho trabajo, según afirmó el director.
“El principal reto del centro en los próximos años radica en que si bien somos de origen un centro científico, somos una institución que ha venido cada vez más desarrollando y perfeccionando sus mecanismos para que el conocimiento que genera pueda ser transferido y aplicado. En este momento trabajamos con más de 20 empresas con las que se tiene una colaboración de largo plazo, ellas quieren ser acompañadas, quieren que el centro sea como el departamento de investigación y desarrollo que las empresas, sobre todo las acuícolas o agrícolas, necesitan”, comentó.
De acuerdo al director, el centro ha trabajado cada vez más en ese sentido, pero sin descuidar su vocación científica y académica, por lo que el desafío radica en armonizar las dos cosas. “El reto es lograr incidir y colaborar más en la transferencia del conocimiento hacia los sectores productivos, sin descuidar la generación de conocimiento que es el origen de todo. Finalmente lo que hace el centro es formar recursos humanos, transferir conocimiento, desarrollar tecnologías y todo es sobre la base de la investigación científica”, aseveró.
No obstante, para Daniel Lluch Cota lo principal que tiene el Cibnor es su personal: “Desde el mejor investigador de este centro que estaría entre los mejores del mundo sin ningún problema, tenemos gente en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III, que han ganado el Premio Nacional de Ciencias y que están a la altura de cualquiera a nivel internacional, hasta mis colegas que nos apoyan en los talleres mecánicos, que trabajan en los talleres de mantenimiento, los choferes que nos ayudan en los vehículos, todos son gente muy profesional, que tiene muy bien puesta la camiseta, que quiere mucho a la institución. Y eso hace que dirigir un centro así sea un gran reto, pero también, un enorme gusto”.