La FAO estimo en 2020 la producción mundial de captura marina en 90,3 millones de toneladas, cifra que se ha mantenido fluctuando entre los 86 y los 93 millones de toneladas al año desde finales de la década de 1980 sin mucho margen de incremento. Por otra parte, la proporción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de niveles de la sostenibilidad biológica (las poblaciones explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo) disminuyó al 64,6 % en 2019, cuando en 1974 era del 90 %. En cambio, las poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles aumento y paso del 10 % en 1974 al 35,4 % en 2019. Las poblaciones infraexplotadas representaron solo el 7,2 % del número total de poblaciones evaluadas en 2019. Lo anterior habla de una fuerte presión sobre los recursos pesqueros plenamente explotados, en concordancia con la creciente demanda de alimentos por la población humana...

Aunque desde hace ya muchos años es claro que tanto las variaciones climáticas como el humano tienen la capacidad de afectar los ecosistemas marinos, actualmente enfrentamos, de manera apremiante, la incertidumbre sobre cuáles serán las respuestas de estos ecosistemas y sus recursos, ante las variaciones del clima y el inminente aumento de la presión por el humano, y de cómo las podemos identificar y evaluar oportunamente. Las proyecciones del calentamiento global sugieren que cada grado adicional de aumento de temperatura resultará en impactos cada vez más graves en el clima, el nivel de los mares y la biodiversidad. En este contexto, en la línea estratégica “Variabilidad y Vulnerabilidad de Ecosistemas Marinos” se realizan diversas investigaciones con la finalidad de analizar cómo la variabilidad ambiental, el cambio climático y la actividad humana impactan a los ecosistemas marinos y sus recursos y con ello comprender las posibles respuestas de dichos ecosistemas y sus recursos ante cambios ambientales e impactos humanos y, en su caso, generar escenarios orientados a la toma de decisiones para la preservación de los ecosistemas marinos, así como el mejor aprovechamiento futuro de los recursos en la región noroeste del país, principalmente.

La pesca artesanal es una actividad humana arraigada en tradiciones milenarias, que representa la conexión íntima entre las comunidades costeras y sus entornos marinos. Durante miles de años, la producción pesquera ha sostenido a grupos poblacionales itinerantes y pequeñas sociedades humanas asentadas en las orillas de esteros, caletas, barras, lagunas, desembocaduras de ríos, costas marinas, etcétera...

El noroeste de México es la región pesquera más importante del país, tanto en volúmenes de captura como en generación de riqueza. El desarrollo de este sector ha estado acompañado de problemas internos, como el sobredimensionamiento de las flotas, conflictos sociales por acceso a recursos, sobreexplotación y bajo rendimiento económico, que se combinan con factores externos como son la creciente demanda de certificación de sustentabilidad para las exportaciones de productos del mar y las diversas formas de cambio ambiental. En atención a esta problemática, la línea tiene como misión investigar la biología básica de los organismos que se capturan, la dinámica de los ambientes donde habitan y los diferentes componentes del sistema pesquero, desde la captura y el manejo hasta la modelación bioeconómica, para contribuir con información técnica robusta, tanto a la toma de decisiones por parte de la autoridad pesquera, como a la planeación de la inversión y las estrategias de desarrollo del sector productivo.